“Detesto la guerra cultural, sobre la que me extiendo bastante en Arden las redes”

Entrevista a Juan Soto Ivars, escritor y periodista español.

¡Im-pre-sio-nan-te! Es lo primero que me digo a mí misma cuando Juan Soto Ivars acepta, en cuestión de cinco minutos desde que le escribo a su correo de contacto en El Confidencial,  una entrevista para mi recién estrenado blog de comunicación.

Hablando en plata: un auténtico placer contar con él, sus aportaciones, su punto de vista sobre el sector en mi sección de entrevistas. Así se lo digo cuando le escribo en mi primera toma de contacto con él, después de escribir un post sobre “El lado oscuro de las redes sociales”, donde tomo como base otro artículo de opinión reciente suyo que me fascinó.

“Me gusta tu estilo porque piensas y haces pensar”, le escribo.

“Por supuesto, será un placer contestar a tus preguntas”, responde rápida y amablemente. “Por cuestionario o por teléfono. En persona es un poco más difícil porque estoy de gira con el libro sobre la censura en las redes sociales y doy más vueltas que una peonza”, continúa Juan Soto. Un hombre con lenguaje amable, cercano, sencillo, directo y, ante todo, sincero y eficaz.

Wikipedia le define como: “escritor y periodista español, autor de varias novelas y cofundador del movimiento literario Nuevo Drama”.

Su bio que aparece en El Confidencial resume su trayectoria profesional (algo que cuesta trabajo sintetizar) como: Alterna el periodismo y la novela, el drama y el humor. Ganador del Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla 2013 por “Ajedrez para un detective novato” (Algaida), ha publicado también “Siberia”, “La conjetura de Perelman” y la novela infantil “Prohibida la ducha”. Puedes contactar con él en Twitter: @juansotoivars.

¿Qué me atrae especialmente de él? Su enfoque, digamos, independiente, transgresor, que seduce con grandes titulares y mejores contenidos. Cuestiona de una forma que considero más que acertada la utilidad de las redes sociales y su verdadera razón de ser. En este contexto acaba de presentar su nuevo libro: “Arden las redes”.

“El clima de irritación constante y masiva en las redes sociales ha generado un nuevo tipo de censura que aplica sus prohibiciones de manera orgánica, imprevisible y caótica. Los usuarios participamos de todas las polémicas empujados por la sed de reconocimiento, mareados por la sobreinformación y confundidos por el relativismo de la verdad, mientras que determinadas voces desaparecen por miedo a la humillación”.

Empecemos la entrevista:

-Escritor y periodista. ¿Con cuál de la dos facetas te identificas más? ¿Por qué?

En mi caso van de la mano y son indistinguibles. Más que periodista creo que soy columnista, lo que me permite ejercitar el estilo y contar historias literarias de vez en cuando. Aunque en los últimos años he abandonado un poco la faceta más narrativa porque necesitaba hacer las cosas muy bien para sepultar alguna novela fallida, el año que viene, 2018, voy a sacar una novela nueva en la que he estado trabajando -con pausas- desde hace siete años.

“El año que viene voy a sacar una novela nueva en la que he estado trabajando -con pausas- desde hace siete años”.

-¿Cómo te defines a ti mismo? ¿Qué es lo que más te gusta hacer?

A mí lo que más me gusta hacer en el mundo es pasar el rato con mi mujer, ver películas y beber cerveza. Soy de gustos sencillos. Así que me defino como un borracho a tiempo parcial que está muy enamorado a tiempo completo.

“A mí lo que más me gusta hacer en el mundo es pasar el rato con mi mujer, ver películas y beber cerveza”.

-¿Cómo sintetizarías (si puedes) tu extensa trayectoria profesional? Plasma aquí los que, hasta ahora, consideras tus hitos profesionales.

Bueno, tanto como extensa… Me ha dado tiempo a hacer muchas cosas. El punto de inflexión es el día en que el director de El Confidencial me llama a su despacho y me ofrece empezar con una columna de opinión. A partir de ahí me libero de muchas inseguridades y empiezo a ganar dinero con la escritura, lo que me permite, por ejemplo, renunciar a trabajos en medios más lucrativos que comprometían mi libertad.

“El punto de inflexión es el día en que el director de El Confidencial me llama a su despacho y me ofrece empezar con una columna de opinión. A partir de ahí me libero de muchas inseguridades y empiezo a granar dinero con la escritura”.

-Cuando escribes de política: ¿qué valoras y qué desprecias especialmente de ese contexto?

Detesto la guerra cultural, sobre la que me extiendo bastante en Arden las redes, porque hace imposible un debate sosegado y lo plaga todo de insultos y etiquetas. Valoro especialmente a todos los profesionales que no se dejan arrastrar por las pasiones. Y sobre todo a los que son capaces de rectificar cuando se equivocan pese a que sus palmeros les aplaudan. En una guerra cultural no hay nada más revolucionario que la rectificación.

“Valoro  sobre todo a los que son capaces de rectificar cuando se equivocan pese a que sus palmeros les aplaudan. En una guerra cultural no hay nada más revolucionario que la rectificación”.

-Cuando escribes sobre temas de actualidad: ¿cuáles son tus prioridades y tus preferencias?

Me obsesionan todos estos movimientos de opinión que te comento, esas corrientes que transforman a los individuos en militantes sordos, ciegos y gritones. Y dado que vivo en Cataluña, estoy también enganchado a la quinta temporada de The Procés.

“Me obsesionan esas corrientes que transforman a los individuos en militantes sordos, ciegos y gritones. Y dado que vivo en Cataluña, estoy enganchado a la quinta temporada de The Procés”.

-Creo que comunicas de una forma atractiva, directa, inteligente y, a veces, transgresora. ¿En qué puntos estás de acuerdo conmigo y por qué?

Estoy de acuerdo en que comunico, aunque a veces no se me entienda. Todo lo demás te lo agradezco mucho.

“Comunico, aunque a veces no se me entienda”.

-Estás en plena promoción de tu nuevo libro: “Arden las redes”. La sinopsis lo describe como un libro a la vez honesto y perturbador. ¿Por qué? ¿Crees que es una obra revolucionaria?

No creo que sea revolucionaria. He observado durante unos cuantos años lo que estaba pasando en nuestra sociedad, donde las redes sociales sí han provocado una revolución, y le he puesto un nombre al fenómeno -poscensura. Ahora estoy dispuesto a debatirlo.

“Las redes sociales han provocado una revolución. Le he puesto un nombre al fenómeno- poscensura. Ahora estoy dispuesto a debatirlo”.

-Para terminar: ¿qué futuro les anticipas a las redes sociales?

Después de leer a Eli Pariser, creo que las redes sociales seguirán avanzando en su tendencia de crear, mediante algoritmos, pequeñas aldeas cerradas y endogámicas. No soy optimista, pero me puedo equivocar.

“Creo que las redes sociales seguirán avanzando en su tendencia de crear, mediante algoritmos, pequeñas aldeas cerradas y endogámicas”.

¡Millones de gracias por la entrevista, Juan!

El “lado oscuro” de las redes sociales

Recientemente he leído en El Confidencial un artículo de opinión del escritor y periodista español Juan Soto Ivars que da mucho que pensar. Comparto muchas de las ideas que aporta y creo que deberíamos pararnos a pensar seriamente en ellas.

Por un lado, habla del libro: “El filtro burbuja”, de Eli Pariser, (os recomiendo su charla en Ted, que podéis ver pinchando sobre su nombre), como obra de referencia que tendríamos que conocer y leer todos los usuarios de las redes sociales. ¿Por qué? Sencillamente, porque a base de una investigación científica cargada de datos y referencias, llega a la conclusión de que las redes sociales nos están volviendo cortos de miras sin que apenas seamos conscientes de ello.

Por otro lado, también cita la obra: “Internet no es la respuesta”, en este caso de Andrew Keen (también os invito a que leáis el artículo al que os enlazo si pincháis sobre su nombre), y viene a explicarnos cómo funcionan verdaderamente empresas como Google y Facebook: opacidad, manipulación, enriquecimiento en base a nuestra información personal, etc.

No pretendo ni mucho menos ser revolucionaria ni poner el mundo de las redes sociales patas arriba, pero sí en el punto de mira, siguiendo a los mencionados autores para, al menos, ser conscientes del universo que rodea a su uso y sus más que posibles consecuencias sobre nuestro pensamiento y, lo que es peor, sobre nuestro comportamiento.

 

Las redes sociales nos están volviendo cortos de miras sin que apenas seamos conscientes de ello.

Cualquier dato que aportemos sirve para comerciar con él

Juan Soto Ivars continúa su artículo poniendo varios ejemplos de datos que aportamos diariamente en nuestras redes sociales: cuál es nuestro estado de ánimo, qué hemos comido, dónde y con quién hemos estado, etc. Y cómo todos y cada uno de ellos son utilizados para comerciar con ellos, es decir, con nuestra información personal. Nadie lo duda: la información es poder. Pues imaginaos nuestros datos, multiplicados por los millones de usuarios que hay en todo el mundo. ¿Publicidad más inteligente? Este es, efectivamente, el argumento del otro lado, el más optimista. 

La información es poder. Los más optimistas dicen que este fenómeno conducirá a una publicidad más inteligente.

En su recién lanzado libro: “Arden las redes”, Juan Soto Ivars también analiza las consecuencias de estar permanentemente conectados: “Las redes sociales nos han llevado a un nuevo mundo en el que vivimos cercados por las opiniones ajenas”. Así comienza la sinopsis.

Me gustan especialmente estas dos frases de Juan, tan ilustradoras de la realidad que estamos atravesando:

  1. Pese a que Facebook presume de conectarnos con nuestros amigos, sus algoritmos nos están convirtiendo en pueblerinos digitales.
  2. El concepto “filtro burbuja” describe la ceguera inducida y la cerrazón ideológica, la aldeización de lo que nos vendieron como una comunidad universal.

¿Nos estamos convirtiendo en unos pueblerinos digitales? ¿Estamos ante el fenómeno de la aldeización de lo que nos vendieron como una comunidad universal? Probablemente la respuesta sea sí.

Los algoritmos de Facebook nos alejan de las opiniones disonantes

Continuando con el artículo, Juan nos explica cómo funciona Facebook: premiamos con un “me gusta” a las publicaciones con las que estamos de acuerdo; Facebook detecta todos nuestros “me gusta”; y, entonces, su algoritmo crea un ranking con el tipo de publicaciones que vamos a ver más frecuentemente. Por lo tanto, sus “filtros burbuja” nos  hacen creer que la mayoría de la gente piensa como nosotros; es cuando nos alejan de las opiniones disonantes.

Si una democracia requiere estar en contacto con ideas diferentes, lejos de fomentarla, los “filtros burbuja” nos encierran en islas ideológicas.

Siguiendo a Pariser, y como nos advertía Adam Smith, la democracia requiere estar en contacto con ideas diferentes. Conclusión: los “filtros burbuja” no la favorecen, sino que la dificultan.

Como conclusión, quiero volver a elogiar opiniones como la de este autor que, mediante una comunicación directa y eficaz, nos hace cuestionar el contexto que rodea a las redes sociales, pensar en él, analizar su funcionamiento y operar en ellas en base a la información, y no como mera forma de dejarnos llevar por las últimas tendencias.

Muchas gracias por hacernos pensar, Juan.

Juan Soto Ivars, mediante una comunicación directa y eficaz, nos hace cuestionar el contexto que rodea a las redes sociales. En definitiva, nos invita a informarnos y a pensar. Algo que nunca nos viene mal.